Dostoievski elige la pasión por el juego para dibujar
las miserias de un grupo de aristócratas y para plasmar el carácter ruso.
PEDRO G. CUARTANGO
El jugador, novela corta largamente meditada por
Dostoievski y escrita en sólo un mes, es una lúcida y dolorida reflexión sobre
el carácter ruso.
Alexei, el protagonista, es el preceptor —pobre, noble
y honrado— de la familia del general Zargoryansky. Está enamorado de su
hijastra Polina, pero no se atreve a confesar sus sentimientos. La catástrofe
se produce cuando la tía del general pierde su fortuna en el casino en pocas
horas y Zargoryansky ve alejarse sus esperanzas de heredar, quedando sumido en
la desesperación.
Alexei
juega compulsivamente a la ruleta y gana una fortuna, que luego pierde con la
misma indiferencia con que amontona los billetes sobre el verde tapete. El
preceptor, como Ralskolnikov y otros personajes presentes en otras obras de
Dostoievski, no controla sus emociones. «Si pudiera dominarme durante una hora,
sería capaz de cambiar mi destino», piensa mientras resuelve acudir al casino.
Es muy
conocido que el escritor ruso sentía una irrefrenable pasión por el juego, que
le condujo a contraer elevadas deudas y le obligó a abandonar su país, por
miedo a la cárcel. El jugador tiene un cierto trasunto biográfico tanto por
esta afición como por el amor frustrado del general por Blanche de Cominges,
que describe probablemente los sentimientos frustrados del autor por su ex
amante, Apolinaria Suslova, que le había abandonado tres años antes.
Pero esta
magistral y brillante narración de Dostoievski es mucho más que un retrato de
la pasión por el juego, como pretendía explícitamente el escritor ruso. La obra
arroja una penetrante mirada sobre las interioridades del carácter ruso, contrapuesto
al francés y al alemán, encarnados por dos personajes: De Grillet, un cínico e
implacable prestamista, y Astley, un próspero y generoso millonario.
El
general vive por encima de sus posibilidades una engañosa vida de fastos y
lujo. La tía, rica e inconsciente, fustiga el comportamiento de su sobrino pero
pierde su fortuna en la ruleta. Alexei siente un profundo complejo de
inferioridad y busca en el juego un rápido enriquecimiento para consquistar a
Polina.
Los tres personajes son profundamente fatalistas y piensan en un golpe de fortuna para salvar sus vidas. Pero finalmente las cosas se tuercen y los tres pierden sus esperanzas de ver realizados sus sueños. Ante el fracaso, se sumen en una indeferente aceptación del destino, que aceptan como una liberación.
Los tres personajes son profundamente fatalistas y piensan en un golpe de fortuna para salvar sus vidas. Pero finalmente las cosas se tuercen y los tres pierden sus esperanzas de ver realizados sus sueños. Ante el fracaso, se sumen en una indeferente aceptación del destino, que aceptan como una liberación.
Dostoievski
no realiza un juicio moral sobre las conductas de sus personajes. Los describe
y los comprende. Y, en cierta manera, los justifica porque son como él: nada se
puede contra la mala suerte, una filosofía hondamente arraigada en el pueblo
ruso.
Las
clases sociales son inamovibles, el carácter personal no se puede cambiar, los
individuos están determinados por los acontecimientos, el azar juega un papel
esencial en la vida humana. Estas son las convicciones del pesimista que era
Dostoievski, que saca de su propio dolor la fuente de su inspiración literaria.
https://www.dropbox.com/s/5hgb9jg3adwk8ha/Dostoievski%2C%20Fedor%20-%20El%20jugador.pdf?dl=0
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